viernes, 13 de marzo de 2009

Hotel Quisisana


Hotel Quisisana


Una finca rústica propiedad de Enrique Wolfson, un inglés de origen ruso, se convertía en 1904 en el hotel Quisisana. Proyecto del arquitecto Mariano Estanga, el inmueble fue levantado siguiendo el estilo victoriano. A la propiedad se accedía por la actual rambla General Franco, en el cruce con la calle Viera y Clavijo.
Ésta era una de las instalaciones hoteleras que se crearon en la Capital al calor del incipiente fenómeno del turismo. Como tantos otros, el Quisisana respondía a una iniciativa extranjera, como en el caso del hotel Británico, del mismo arquitecto, después Battenberg (que sería posteriormente un sanatorio, hasta que fue derribado en 1970).
Ubicado en la zona alta de Santa Cruz y a pesar de haber perdido su nombre, hasta hace poco tiempo existía una placa que lo recordaba en el tramo de calle que va desde Enrique Wolfson a Emilio Serra Fernández de Moratín, y que ahora se llama paseo de Las Escuelas Pías.



A falta de turismo, que, según cuenta Alejandro Cioranescu en su Historia de Santa Cruz, sufría importante altibajos, el hotel se transformó en colegio particular de segunda enseñanza. Todo ello ocurría en plena postguerra, después de la contienda civil que azota a España entre 1936 y 1939.
El hecho de la llegada de los Escolapios a la Isla respondió a la iniciativa y el interés de un conjunto de personalidades relevantes de la sociedad tinerfeña del momento, para formar a la infancia y la juventud de la Capital.
Esta orden contaba ya con una academia en las proximidades del puente Galcerán y, por tanto, tenían ya cierta relación con Tenerife.
Las clases se instalaron en las antiguas habitaciones del hotel, reservando el salón de entrada, de gran capacidad, junto al torreón bajo, tal y como explica el propio Lemus en su artículo.
También cuenta que, como zona de juegos, se usaba la pista de tenis, que estaba en la calle Emilio Serra Fernández Moratín, donde no existía ninguno de los chalés de la actualidad, excepto La Palmita, de Wilfred Moore.
Todo ese ámbito era una ladera de árboles, fundamentalmente grandes eucaliptus, que formaban parte de los jardines del hotel.
Para que los escolares pudieran acceder, existía una estrecha escalera desde la cancha de tenis y cuyo primer tramo se conserva aún.
La estrechez de la subida al Quisisana obligó recientemente a modificar el sentido del tráfico. Hasta hace apenas dos años, los coches subían y bajaban por este escueto camino, lo que provocaba constantes atascos.
La decisión del Ayuntamiento consistió en dejar la vía sólo para las subidas y desviar la bajada a otra calle. (El día)

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